Me hallo entre sábanas, sin saber el motivo de mi dolor,
no son más que rasguños comparados con otros días, pero hoy no había motivos.
Siento otra punzada, la sangre latente fluye entre mis
dedos, una sensación amarga se hunde en mi ser.
Noto que me falta aún más el aire.
En un instante, un crujido en mi pecho y una presión me
producen una arcada acabada en sangre.
─
¡Que alguien pare esto! ─
De
nuevo aquel ser con el que me casé, me propina otra patada, esta vez en la
cara, con la que siento un dolor tan grande y concentrado, que mi aullido lo
incita a volver a la carga.
Intento levantarme, lo que resulta imposible
pues al colocar el pie en el suelo, se abalanza contra mi cuerpo desvalijado de toda gana de vida, una bestia imparable
sedienta de injusta lucha por su hombría, volviendo de nuevo a lanzar hacia mi
costado sus manazas, de las que un día estuve enamorada.
Un
corte limpio cruza mi rostro, rebanando mejillas, ojo, nariz, todo a su paso.
Me
cuestiono si esta vez será más rápida que la anterior, ─pero al parecer decide
seguir ─me digo ─ cuando de nuevo veo venir, de entre tanta sangre y dolor, el
brazo aproximándose rápidamente.
No
me da tiempo a reaccionar, en el momento en el que impacta sobre el lado
derecho de la cara, musito clemencia, a lo que responde con un gruñido ebrio, y
continua su heroica hazaña.
Mis
gritos hace tiempo que cesaron, mis pulmones se pararon en una auténtica
angustia de volver al día antes de mi boda concertada, mi corazón comenzó a ir
cada vez más despacio, hasta que dejó de latir.
─Es
el momento más feliz que tengo desde hace tiempo ─pienso ─, pero es justo en el
momento en el que mi cuerpo ya inerte sufre tal dolor y una voz angelical
resuena en lo más profundo, cuando me doy cuenta de que no ha acabado, y me
hacen despertar.
─
¿Es el cielo? ─me pregunto.
Abro
los ojos y veo algo borroso que me dice que aguante, que todo va a salir bien, pero
de repente, vuelve el dolor como un haz de fuego, cruzando mi cuerpo ya
destrozado por la brutal lucha por la igualdad, haciéndome crujir en dolor, es tan grande el sufrimiento y la impotencia que me hacen desmayar.
Esto
será por algo, algo habré hecho mal, hija de familia musulmana soy, casada con
Pierre, un francés de familia rica, amigos de mi padre; seguro que me lo
merezco, seguro que es porque no hice la comida a su gusto, o por haberle
demostrado poco respeto, seguro que es porque esta mañana no le di el
suficiente placer que se merecía como mi marido; me lo merezco, yo soy la
culpable, él solo quiere que sea buena, él me quiere, él me ama, jamás me haría
daño sin motivo.